Hace más de 12 años un profesor universitario que creía pensar como topo cuando sólo lo hacía como avestruz, dijo que trabajar en contextos vulnerables recibiendo el salario de los programas sociales era ser “colaborador” con el mercado de lo social. Elongación moral y privilegiada de una academia acostumbrada más al privilegio de la “especulación” sobre la realidad que a una rigurosa experiencia de teorización e implicación con los problemas en y desde la práctica. No podemos olvidar que uno de los primeros objetivos de la dictadura chilena fue atacar las facultades de trabajo social quitándole durante décadas el estatuto profesional. Estas unidades departamentales habían consolidado después de la década de los 60 un proceso de reconceptualización que había transversalizado un enfoque de trabajo en lo social para las ciencias sociales y las humanidades. O sea, había establecido que no había práctica de investigación si no se reconocía como una práctica de colaboración y transformación de las condiciones de desigualdad de lo social.
Durante finales de los 80 y los 90, las organizaciones sociales de tradición comunitaria tuvieron que convertirse en ONGs para resistir los embates de la precarización, la persecución política y la despolitización de lo social. Sobre lo social se comenzaba a forjar un modelo de concesiones, privatizaciones, basados en modelos de seguridad, vigilantismo y experticia técnica. Pese a la tecnificación de un mercado de lo social, miles de jóvenes de distintos territorios, comprometidos con sus propias experiencias de violencia social o sensibilizados ante la injusticia seguimos trabajando en dichos contextos. Sólo académicos comprometidos más con sus contratos laborales que con las condiciones precarias de escuelas públicas, territorios y comunidades, no entenderían las paradojas, contradicciones y desafíos que supone lidiar la teoría y la práctica, pero también los compromisos éticos y políticos con las condiciones de precarización que envuelven lo social. Así es como nosotrxs sabemos, que para que el neoliberalismo mantenga lo social en condiciones de miseria y precariedad, también necesita mantener secuestrada la “crítica”, la teorización de nuestros problemas, en una esfera de mediación intelectual parasitaria, acostumbrada más al comentario de sillón sobre las experiencias reales que a escuchar y devolver la teorización a quiénes trabajan y cultivan las experiencias de lo social en barrios y poblaciones.
Como dicen nuestros compañerxs del Colectivo Juguetes Perdidos, nos batimos diariamente con la agudización de las condiciones de implosión de lo social. Pobres siendo objeto de intervención de otros pobres, pero con títulos universitarios y expuestos a las mismas violencias de los territorios dónde trabajamos: narcoviolencia, inseguridad laboral, consumo de drogas y alcohol, sufrimiento psíquico y trastornos de salud mental. Intelectuales desprovistos sistémicamente de la función “intelectual”, convertidos en meros ejecutores, ante un equipo de “observadores de campo pecho fríos” y un conjunto de “expertos en evidencias” del norte global para los sures globales. Somos trabajadores de lo social sometides a un régimen de miserabilización marcado por la precariedad laboral, altos niveles de endeudamiento con la educación pública y privada, perversidad estructural institucionalizada en el sistema de alta rotación y brutales regímenes de competencia por concesiones de servicios sociales de corta duración. Y, junto con eso, un delicado sistema de expropiación y especulación con las experiencias vivas de lo social que ha dispuesto a la universidad pública y privada como garantes del mercado de lo social en la tarea de extraer valor de las experiencias de otros. Un sistema de privatización del interés y la preocupación pública por los problemas comunes resultante de la expoliación y desposesión de las inteligencias colectivas, de la imaginación metodológica poblacional, de quiénes sostienen trabajos, se implican y comprometen a contrapelo del régimen de miseria organizada, ya sea a partir de autogestión, de la sobrecarga laboral en escuelas o de la inseguridad laboral en el sistema de concesiones de lo social.
Ante la perversidad institucionalizada es que el Colaboratorio de In(ter)venciones surge de un largo proceso de asociatividad y (con)fabulación entre trabajadores de lo social de las más diferentes naturalezas: organizaciones autogestionadas, cooperativas y ONGs. Nuestro principal objetivo es “devolver las experiencias a quiénes las cultivan”, estrechando la distancia entre las comunidades, quiénes investigan y quiénes elaboran las políticas de lo social. Pequeñas comunidades-investigadoras en las distintas fronteras de la miseria organizada nos permitirán recuperar las experiencias colectivas, el relato de la violencia cotidiana y revivir la imaginación poblacional como única alternativa al descampado neoliberal. Para el Colaboratorio el objetivo principal es fortalecer las infraestructuras públicas y cooperativas que sostienen los procesos territoriales, los procesos de investigación y teorización desde la práctica, así como las redes, alianzas, complicidades entre grupos, organizaciones e instituciones de lo social en Chile y el sur global.
En el Colaboratorio (con)fabulamos profesores de escuelas públicas, educadores sociales, trabajadores sociales, psicólogxs, educadores-investigadores, académicxs, y activistas que traen, comparten y divulgan experiencias diarias de vinculación social y comunitaria en diferentes contextos y territorios de Chile y latinoamérica. Experiencias que se traducen en problemas vivos, encrucijadas, contradicciones, impotencias, frustraciones, pero también aciertos y alegrías. Después de nuestro taller 2024 sabemos que para hablar de lo social hay que pensar desde las grietas de la vida cotidiana, desde sus lenguajes y conceptos, sin separar lo que hacemos de lo que pensamos, lo que pensamos de las infraestructuras barriales que las segundearon e hicieron posible. Proporcionar y acercar experiencias, técnicas, metodologías y saberes-hechizos a quiénes sostienen los problemas de la práctica de in(ter)vención social es nuestro método para luchar contra la desposesión y expoliación de la imaginación barrial y poblacional que sostiene el mercado de lo social.
In(ter)venciones es el concepto que tenemos para reivindicar el trabajo diario con que sostenemos las contradicciones, las encrucijadas, las perplejidades, las desorientaciones como materiales cooperativos fundamentales para el trabajo, la fabulación y la transformación de las violencias de lo social en la vida cotidiana. No romantizamos la precariedad y autoexplotación resultante de la autogestión, criticamos con rigor la especulación emocional sobre la que se capitaliza el mercado de lo social y confrontamos a los técnicos y expertos en el discurseo del “conocimiento basado en evidencias” con un proceso de sistematización cooperativo y a ras de piso de “saberes-hechizos basados en la experiencia”. Así es como las invitamos a todas a sumarse a nuestra plataforma con sus experiencias reales, viñetas, fotos, comentarios escritos o en audio, sobre cómo la práctica de transformación de las condiciones de violencias sociales se colectiviza diariamente sin ser vista y escuchada.
Invitamos a trabajadorxs de los social, pero también a centros o grupos de investigación que cuestionen la función parasitaria de la academia, para establecer alianzas que fortalezcan procesos de investigación a ras de piso con comunidades y territorios. Nuestro objetivo es reconocer a quiénes siguen cultivando experiencias e imaginando otras poblaciones y barrios más dignos pese a la agudización de la implosión de nuestras comunidades e instituciones. Síguenos en nuestro taller 2025 que reunirá sistematizaciones de procesos sociales en todo Chile durante todo el año, compilando un material de los territorios para otras comunidades e instituciones llamado: “saberes-hechizos basados en la experiencia”. Contáctanos en nuestro sitio web o en instagram: https://colaboratoriodeintervenciones.com/
¡Todas las experiencias para quiénes las cultivan y trabajan! ¡Toda la imaginación poblacional para una vida más digna!
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